La emoción y la conexión, pero aún más, la consciencia de tener esas experiencias, es sin duda alguna la esencia que nos distingue entre todas las vidas en este planeta y en el Universo entero. Roberto Cabrera Olea
Sobre lo que significa ser un Ser Humano tenemos a la mano las acostumbradas definiciones, como por ejemplo, la biológica, que distingue sólo aquellos aspectos materiales en nosotres que nos hace reconocibles dentro de un mundo lleno de vida diversa. Sin duda es una parte única de nosotres, pero es eso, una de las tantas partes que nos constituyen y nos hacen ser lo que somos en este planeta. Sin embargo, esta maravillosa burbuja biológica no es otra cosa más que el vehículo del Alma, y ésta es, a su vez, una pequeña partícula de una consciencia mayor y superior que decidió encarnar a esta realidad; esta consciencia, por su parte, es una gota de agua brotada de un océano aún mayor, el Espíritu que es origen y fuente no solamente de nosotres como humanes, sino que también de toda la realidad como la conocemos.
“Cuando nos miramos a los ojos, o nos tocamos suavemente, por ejemplo, algo mayor sucede que el simple acto material.”
La emoción y la conexión
Nuestra capacidad de emocionarnos y emocionar a otres es una facultad que va más allá de nuestra biología, sin negar que ésta última sea el puente entre la experiencia que se vive y el Alma que siente. Cuando nos miramos a los ojos, o nos tocamos suavemente, por ejemplo, algo mayor sucede que el simple acto material. Existe en esos actos un contacto único e irrepetible que compromete un espacio profundo no visible ni cuantificable y que se encuentra a la base de nuestra existencia. Ese espacio es nuestra Alma que recordamos tener en dicha conexión. El Alma olvidada vuelve a nuestro consciente, y reconocemos esa nostalgia de algo perdido, pero que en la emocionalidad y el contacto vuelve a estar presente.
La consciencia del Alma
¿Cómo sería vivir desde el Alma? Esta es sin duda nuestra mayor característica, a la vez que potencial humane, poder darnos cuenta de lo que estamos viviendo.
Sentir, respirar, disfrutar y expandirnos conscientemente en la experiencia de la conexión, despierta el vínculo entre nuestra mente tensa y temerosa, y esa parte que se origina desde el amor-energía que nos dio vida y la oportunidad de encarnar en este cuerpo biológico, el Alma.
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