Cuando hablamos de Amor, lo relacionamos inmediatamente con aquel sentir que conecta a dos o más personas. No estoy negando que sea así, sin embargo estamos mirando la punta de un inmenso iceberg. Por Roberto Cabrera Olea
Partamos de la base que la existencia entera se sustenta en la Energía. Todo cuánto conocemos y lo que nos falta por conocer muestra una imagen o una máscara que representa la configuración que tiene a la base. Esto es la combinación de partículas que juegan y danzan a distintas velocidades y frecuencias, manifestando una determinada forma que es la que se presenta ante nuestros ojos. Este es el principio mágico y el gran misterio, y el Amor, su combustible.
“Un Mago, antes de saber nombrar con susurros creadores, debe saber leer en él mismo y en el entorno los códigos sagrados de la vida. Un Ser creador necesita saber recibir primero antes de entregar(se). Necesita traer hacia sí mismo, aceptar con amor y gratitud lo que el Universo le entrega, y luego volcar y transformar en el mundo material. El Mago debe aprender primero a amarse antes de amar al mundo.” (Magusk / Roberto Cabrera Olea / Ir al libro)
Pues bien, todo esto tiene un origen. Existe una alta frecuencia, la más sutil y exquisita potencia que tiene la facultad de generar y transformar otras frecuencias de energía dándoles la forma que conocemos. Esta energía es el Amor.
El Amor es Energía
Lo que solemos sentir en el estado de enamoramiento es un cambio innegable de nuestra percepción de las cosas. Todo cambia ante nosotres y también todo es posible de realizar. La vibración en la que nos encontramos en esos momentos es precisamente la manifestación de los potenciales del Amor, sin embargo, ignoramos que lo que estamos experimentando es una concreta conexión con nuestra esencia, es como el reflejo de aquello de lo que estamos hechos y la comprobación de que la vida toda se puede tornar de los colores que queramos.
Volver a vivir desde el Amor no consiste -solamente- en buscar o encontrar a una persona que comparta nuestros días, sino más bien, en RECORDAR lo que nos hace ser lo que somos en Verdad, y la oportunidad de proyectar, tanto de forma sutil como material, los más potentes deseos de nuestro corazón y nuestra alma.
Y ese estado, el del Amor, es el que el Mago o la Maga conquista al momento de realizar su prodigio. No hablo de ilusionismo, hablo de transformación concreta de la realidad, de la naturaleza, de las emociones, de todo lo que se proponga re-crear. Recordar al fin que somos Magos y Magas rasgando el velo del olvido...
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